Tarde

miércoles, 6 de junio de 2012

En esta noche oscura la lucidez me ciega y el miedo me invade,
las palabras se funden con las lágrimas y fuera hace frío,
dudas sobre las bases, te aborda la duda más cruel y despiadada,
y no sabes si tus logros, si tus pequeños méritos sirven de algo,
si la felicidad se basa en eso que tienes, o si debes ir más allá.

El camino emprendido puede o no ser el definitivo,
puedes emprender cambios y realizar acciones que te acerquen a tus metas,
porque a veces nos olvidamos de su existencia y nos desviamos,
nos perdemos en el frío y oscuro bosque de la vida,
y nos vemos arrollados por potentes fuerzas que nos alejan,
nos confunden y nos encierran en cárceles vacías.

Cada decisión, cada paso te hace emprender tu ruta, esa que sigues ahora,
y cada ruta es un escenario completamente diferente del anterior;
desiertos, estepas, montes y prados;
vislumbras una pluralidad infinita de refugios donde esconderte,
tienes miedo a llegar a la meta y esas rutas te permiten burlarla por un tiempo.

Pero a veces, cuando crees estar decidido para afrontar el verdadero camino,
es tarde;
A veces las migas de pan del camino son devoradas por los animales del bosque,
o la fría lluvia crea nuevos torrentes de agua donde antes había tierra firme,
a veces es el sol el que te ciega y te impide tomar caminos correctos,
a veces te desvían los árboles caídos por la tormenta,
a veces la espesa hiedra te impide acceder a la meta,
y te pierdes,
y jamás vuelves.