Cuando ya no tengas la fuerza para seguir,
sucumbe a la tristeza, déjate agarrar,
siente el frío abrazo del silencio,
colúmpiate en el vacío,
y salta cuando estés arriba, quizás vueles,
déjate atrapar por la fría mañana,
cuenta hasta tres,
e intenta respirar.
Ya no queda nada,
ni las ganas,
ni la emoción,
sólo un intenso dolor,
sólo una vida que se escapa,
y cuando llevas tanto peso sobre los hombros,
mejor hundirse a seguir tragando,
mejor dejar de intentar respirar,
mejor escapar para siempre.
Columpiarse en el vacío.
jueves, 31 de enero de 2013
Publicado por David Bayona en 9:19
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