Crónica de un fin.

sábado, 27 de octubre de 2012

Cada golpe, cada paso, más oscuro al anterior.
Cada lágrima sigue doliendo, sigue ardiendo,
y el sentimiento de culpa invade el espacio,
se expande como el más letal de los gases,
y lo respirar a bocanadas, mientras te ahogas en la cama,
pidiendo auxilio, mas nadie te escucha.

Oyes cerca el fin, puedes ver una luz al final del último llanto,
distingues formas, colores, pero se destiñen, se vuelven grises,
las lágrimas empañan tus ojos, y el miedo tu corazón;
opaco, como el cristal empapado por la lluvia,
opaco como la visión de mí mismo;
oscuro.

Y entre la destrucción y el llanto, quedan los escombros,
los cimientos rotos tras un terremoto feroz,
todo vuelve a temblar, quizás por última vez,
tú mismo tiemblas, más que nunca,
el temblor recorre todo el cuerpo,
escapa por la boca y lo vuelves a respirar.
Y de repente...

Silencio. Está volviendo a ocurrir. Te vuelves a descomponer y vuelves a necesitar la brújula. Los polos se han desimantado y todo gira, todo da vueltas.

Silencio. El cielo está volviendo a caer. Te cobijas en un portal y esperas a que todo pase, no quieres que un pedazo de cielo acabe contigo de nuevo.

Silencio. Te has perdido, pero te vuelves a encontrar en la magnificencia de la oscuridad más densa. Respirar y lloras frente a la pared.

Silencio. Te he vuelto a ver y el silencio me ha envuelto. Las palabras se atascaban y vuelvo a irme a casa con el silencio, juntos. A casa o a algún lugar que no conoces, con la luz...

Silencio. Silencio, por favor...

D.B.

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