Un año de Be(r)sos: Enero (I)

lunes, 23 de enero de 2012

Como renacer, marcarse una nueva vida,
como despegar y volar,
intentar remontar errores del pasado,
intentar solventar esos fallos, esas lagunas,
así empezamos nuestros años.

Y nada place más que descubrir tras un error un defecto,
y tras un defecto una virtud: ser únicos.
Porque nadie aspira a la perfección,
nadie sueña con ella porque se encuentra en la percepción,
porque las palabras son peligrosas; 
y error jamás tuvo significado peyorativo en mi diccionario,
sino sinónimo de cambio, mejora, movimiento, brisa,
y miedo de llegar a soñar con la perfección,
porque no hay sueño más efímero,
porque nada es más nada que los sueños,
y menos aún los efímeros, la bruma.

Crecer, es tiempo también de crecer,
cumplir un nuevo dígito,
sentirse más cerca de la madurez o inmerso en ella,
navegar entre nuevas caras, nuevos conocimientos,
o amarrar velas en alta mar, cuestión más preocupante;
dejar el miedo atrás y correr hacia el riesgo,
devenir un viejo loco, o un joven estúpido,
sonreír entre dolor, o sufrir entre sonrisas,
sensaciones nuevas, nuevos secretos y sentimientos.

Preguntas locas,
correr para crecer, o crecer para correr,
Vivir amando, o amar viviendo,
arrastrar sueños, o dejarse arrastrar por ellos;
comprender nuestros errores,
saber que en ellos vuela nuestra virtud,
jamás desear efímeros, imposibles,
y cuestionarse lo incuestionable para, quizás, llegar a la verdad más profunda; 
a uno mismo, al silencio.

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